Joachim Peiper

Habían llenado el pueblo francés donde vivía de pintadas y octavillas denunciando su presencia. Su acento y su porte germánica no habían pasado desapercibidos, y, al enterarse un grupo de comunistas de quién era, se prepararon para matarle. Corría el año 1976, y a pesar de que la guerra había acabado hacía 31 años, todavía había cuentas que saldar.

Joachim Peiper o “Jochen”, como era habitual en Alemania, nació en Berlín en 1915, hijo de un oficial que luchó en la Primera Guerra Mundial. Como él mismo dijo, había nacido para ser soldado. así, se enroló en las por entonces bisoñas SS. Posteriormente, fue seleccionado para asistir a las “SS Junkerschule” (Academia de Oficiales de las SS) donde su rendimiento fue calificado de “bueno” siendo el 16º de 240 cadetes. Fue destinado al Regimiento SS “Leibstandarte Adolf Hitler” como jefe de una compañía de infantería.

Una vez iniciada la guerra, participa en el frente del Oeste, en Francia, donde es condecorado con la Cruz de Hierro de 2ª y 1ª clase. Tras un período en el Cuartel General de Himmler, vuelve al frente en 1941 en los primeros compases de la Operación Barbarroja; después del duro invierno de 1941 a 1942, la división es enviada a Francia para su reorganización como división Panzergrenadier (infantería mecanizada).
En 1943 vuelve al Frente Ruso, esta vez como Sturmbannführer (comandante) del del 3º Batallón del 2º Regimiento Panzergrenadier de la LSSAH, para detener la ofensiva soviética que había comenzado con la derrota en Stalingrado, y que amenazaba con cercar y destruir a una fuerza considerable de unidades alemanas estacionadas en el frente sur de Rusia; según algunos historiadores, de haberse logrado los objetivos soviéticos en esta ofensiva se hubiera hundido todo el Grupo de Ejércitos Sur.
El batallón de Peiper se situó en la ciudad de Kharkov, una de las ciudades más importantes de la cuenca del Donetz, y durante el invierno de 1943 participa en los durísimos combates que tienen lugar tanto en los alrededores como en la misma ciudad.

La recaptura Kharkov en marzo del mismo año, supone uno de los hechos de armas más importante de las Waffen-SS durante la guerra. Por su comportamiento durante estos combates, Peiper recibe la Cruz de Caballero y la Cruz Alemana en Oro.
Del mismo modo participa en la gran operación del Este, la Ofensiva de Kursk (cuyo nombre en clave era “Zitadelle”), donde las divisiones de las SS, tras penetrar en el gigantesco perímetro defensivo soviético, protagonizan la que es conocida como la “mayor batalla de tanques de la Historia”, la batalla de Prokhorovka.
Durante estos combates, Peiper obtiene la insignia de destrucción individual de carros y el pasador de combate cuerpo a cuerpo en plata (acreditar combates cuerpo a cuerpo con el enemigo 30 días distintos).

Tras la suspensión de la ofensiva, La División SS Leibstandarte, pasa por Italia (desembarco aliado en Silicia y Salerno), Rusia (donde recibió las Hojas de Roble para su Cruz de Caballero) y Francia (desembarco de Normandía, donde resultó herido).

En Diciembre de 1944, los alemanes lanzan la Ofensiva de las Ardenas (Wacht am Rhein); los alemanes se pusieron un ambicioso objetivo, y a la cabeza de este ataque estaba el Kampfgruppe Peiper, el cual tendría que llevar el peso de la ofensiva siendo vital su acción para la consecución favorable de la misma.
Si Peiper no hubiera participado en esta acción, su nombre no se hubiera manchado con supuestos crímenes de guerra y hubiese pasado a la Historia como lo que fue, un gran soldado, incluso me atrevo a decir que posiblemente no hubiera sido asesinado cobardemente en 1976.

Pero la historia no es así.

Avanzó un centenar de kilómetros en 3 días, aplastando toda resistencia enemiga a su paso. Pero se vio superado por uno de los grandes enemigos de los alemanes durante la guerra, le faltaba combustible para seguir avanzando. Con lo que finalmente, rodeado y en inferioridad numérica, tuvo que retirarse a pie con lo que quedaba de su Kampfgruppe.
Durante los rápidos avances a través de las líneas aliadas, sus tropas capturaron a un grupo de soldados norteamericanos que acabaron muertos en un supuesto crimen de guerra, lo que fue conocido como la “Masacre de Malmedy”. Al parecer, no fue un acto deliberado ordenado por Peiper u otro oficial SS como propagó a los cuatro vientos la propaganda aliada, si no un desafortunado incidente producido por el intento de algunos prisioneros de escapar.

Por ello, Peiper fue juzgado en Dachau junto con otros oficiales de las Waffen-SS. En este juicio los acusados tampoco estuvieron libres de torturas y malos tratos para la obtención de declaraciones incriminatorias o falsos testimonios, una triste coincidencia que se repite una y otra vez en los procesos contra políticos y militares alemanes durante la posguerra.

Peiper, junto con otros cuarenta y dos acusados fueron condenados a muerte, otros veintidós a cadena perpetua, más dos condenas de veinte y una de quince años de cárcel.
Debido a la forma irregular de las confesiones obtenidas durante este juicio, se constituyó un subcomité de investigación para esclarecer los hechos y todas las penas de muerte fueron conmutadas por cadena perpetua. Finalmente Peiper fue liberado en 1956 tras once años de reclusión.

Peiper volvió a la vida civil y trabajó en Porsche y Volkswagen, aunque fue despedido de ambos trabajos debido a su condición de “criminal de guerra”.
Se estableció en un pequeño pueblo de Francia, Traves, en sus propias palabras porque: “Yo era un nazi y seguiré siéndolo. La Alemania actual ya no es una gran nación sino una provincia de Europa. En cuanto pueda me marcho a Francia....el materialismo de mis compatriotas me causa dolor''.

Como escribí al comienzo de la entrada, al conocer en Traves la identidad de Peiper, un grupo comunista local inició una campaña contra él. Finalmente, el 14 de julio, coincidiendo con el aniversario de la fiesta nacional francesa, un grupo de desconocidos asalta y quema su casa. El cuerpo de Peiper es encontrado completamente calcinado e irreconocible, a pesar de ello hay evidencias de que el ya anciano ex-SS había muerto defendiendo su vida disparando con sus armas de fuego contra los asaltantes.

Se realizaron varias detenciones, pero nunca se pudo esclarecer quienes fueron los autores. Y de esta forma quedó impune su asesinato.

Joachim Peiper pasará a la historia por ser el criminal de Malmedy. Pero para nosotros no. Peiper es un ejemplo más de lo que era un oficial de las Waffen-SS; valor, audacia, determinación, agresividad, dotes de mando… endurecido por años de combates con la Leibstandarte y con una hoja de servicios intachable, tanto sus superiores, como sus subordinados siempre tuvieron palabras de elogio hacia él.
Nunca olvidaremos a este gran soldado de Europa, allá donde estés descansa en paz Jochen.